jueves, 16 de agosto de 2012

Carta pública al joven que robó mi carro. (Escrita por Tomás Quintero)


Hace una semana perdí mi carro gracias a la delincuencia y hoy quiero hacer pública una carta dirigida a la persona que lo robó.
No conozco tu nombre, aunque quizá tú si conozcas el mío. Probablemente no imagines la inmensa cantidad de problemas que me trajiste con un simple acto. Pero me he dedicado a pensar por algunos instantes, en todas las dificultades que tú has tenido que enfrentar, y mirándolo en perspectiva, creo que  mi país ha obrado tan mal contigo como tú lo has hecho conmigo.
Quiero que sepas que has hecho mal pero que te perdono. Sé que probablemente eres un joven como yo, pero nunca tuviste las mismas oportunidades que he tenido; pertenezco a un minúsculo grupo de personas que come todos los días, tiene un lugar donde vivir, un empleo estable, una educación de calidad y una familia amorosa. Es muy probable que tus padres, al igual que otras dos millones de familias,  no tuvieran una casa donde resguardarte. Quizá, al igual que 4 de cada 10 jóvenes, abandonaste la escuela antes de llegar a secundaria, bien sea porque no logramos brindarte las condiciones necesarias para que estudiaras, o porque te viste forzado a trabajar desde temprana edad, y aun así notaste que no podías ayudar a sostener los gastos en tu hogar.
Te perdono porque quizá el estado no te dio atención de calidad a ti y a tu familia, no, no me refiero a una pensión para tu madre, sino a un sistema integral que les permitiera salir de la pobreza y no vivir estancados en ella dependiendo del gobierno de turno.
Te perdono porque no te brindamos espacios suficientes para el deporte y la cultura; sé que te hubiesen rescatado de la delincuencia durante la adolescencia, y quizá hoy tendrías una pelota de spalding en las manos para jugar al beisbol y no una piedra para romper vidrios.
Te perdono porque la primera vez que cometiste un delito, nuestro sistema de justicia no te frenó y te mostró las graves consecuencias que ello acarrearía.
Te perdono porque sé que si te apresaron en algún momento, no tuviste oportunidad de formarte, educarte y salir adelante en un sistema penitenciario justo, transparente y humano. Sé que si estuviste preso, viviste un infierno y conociste en carne propia la peor cara de nuestro país. Sé que sientes que te dimos la espalda, y es cierto.
Hoy eres un ser humano  lleno de mucho rencor, y en nombre de todo mi país te pido disculpas. Sé que te fallamos y espero me perdones. Pero créeme que este 7 de Octubre, no te volveremos a fallar. Este 7 de Octubre vamos a conquistar los derechos tuyos, míos y los de tus hijos. Este 7 de Octubre ganará el deporte, la educación, la salud, el empleo, la justicia, la igualdad; y a partir de Enero se viene un país que no te dará la espalda sino que te extenderá la mano sonriendo.
Quiero que sepas que a partir de hoy, dejo esto en el pasado y miro hacia el futuro, porque sé que se viene para todos La Mejor Venezuela.

¡Feliz tarde muchacho!

Tomás Quintero.

miércoles, 8 de agosto de 2012

¡Al fin nos robaron el carro!




En las últimas semanas no había podido ni siquiera dormir, la presión era muy grande, era yo el único de todo mi círculo de amistades y familiares a quién nunca le habían robado el carro. Sabía que era cuestión de tiempo pero estaba profundamente intrigado. Conocía personas a quienes le habían robado el mismo auto cinco veces, y me preguntaba a diario: “¿Qué pasa con mi carro que no se lo quieren robar? ¿Será que no es lo suficientemente bueno? ¿Tan caros están los repuestos?” Llegué al punto de preocuparme muy seriamente, y confieso que pensé en venderlo, pero me abstuve pues no quise hacerle ese daño a nadie, es que un carro que no se roben en mi país debe tener algo muy malo.

Hoy recibí la gran noticia de mi esposa, que preñada de felicidad y con un gran alivio me dijo:   
 -Amor, nos robaron el Nissan-. Casualmente recordé la propaganda* del Banco de Venezuela en la que le aprueban el crédito al joven y a su esposa.

-¿Pero estás segura? ¿No será una vaina de Globovisión? Mira que los medios privados cargan una campaña para hacerle creer a uno que la delincuencia y la violencia reinan en la calles, asómate a ver si ves una cámara por allí- le dije con incredulidad.

Ella me replicó -Amor, es en serio, salí y el carro no estaba allí-  Ambos nos abrazamos y simultáneamente comenzamos a llorar de la felicidad, pues sentíamos que habíamos cerrado un ciclo, que ya podíamos vivir como venezolanos normales, que ya cesarían las miradas suspicaces de los vecinos que pensaban que estábamos involucrados con una mafia o peor, que teníamos un familiar en el gobierno que nos brindaba de protección especial. Pero no los culpo, ver un carro en posesión de un mismo dueño por más de un año es una anormalidad digna de levantar sospechas.

Los cambios en mi vida social no se han hecho esperar, he notado como ahora las personas quieren hablar conmigo, comparten sus experiencias de robos, atracos, hurtos, algunas fantásticas y otras aburridamente corrientes. Hoy me di cuenta que me he perdido de tantas cosas, si hubiese sabido esto, definitivamente hubiese encargado el robo de mi carro mucho antes. Algunos amigos cercanos me confesaron que habían dejado de invitarnos a reuniones sociales porque nos veían como los “Burgueses intocables” del grupo, pero ya todo eso ha quedado atrás. Desafortunadamente al corto tiempo de dar a conocer el robo, otros compañeros llegaron para anunciar un par de asesinatos, quitándome así mis cinco minutos de fama. Estoy seguro que esos si son inventados y que son vainas de la campaña del candidato de la derecha.

Sé que la seguridad en mi país se ha visto deteriorada, pero que los delincuentes que me robaron el carro no se equivoquen, ayer vi como el presidente de la república pasó unos 10 minutos en cadena nacional de radio y televisión relatando un juego de softball que tuvo en 1976. Acciones como esas estoy seguro que nos ayudarán a garantizar la seguridad de cada ciudadano.


P.D.: ¿Alguien sabe el teléfono de Omar Prieto?

*Nótese que utilicé el término "propaganda" pues en eso se han convertido las cuñas del Banco de Venezuela.