sábado, 31 de julio de 2010

Derrame en instalaciones de PDVAL


Durante la mañana de hoy se reportó un derrame accidental de 12 politos de margarina sin sal en las instalaciones de PDVAL en fuerte Mara, Estado Zulia. El hecho fue advertido luego de que los habitantes de la zona percibieran un fétido olor proveniente del galpón de almacenamiento PDVAL acompañado de una extraña neblina amarillenta que según manifiestan los testigos "se impregnaba en la ropa y producía en quienes la aspiraban un fuerte llanto", las autoridades militares aún no logran determinar si el llanto es producido por los elementos en descomposición en la margarina o por el sentimiento de impotencia que experimenta un venezolano ante el pésimo manejo de los alimentos por parte del gobierno.
El organismo castrense controló el caso con la seriedad que lo amerita clausurando el tráfico en toda la zona afectada; aunado a esto, todo el personal que tuvo contacto con la margarina fue puesto en cuarentena en el hospital militar de Maracaibo, mientras que aquellos que solo hicieron contacto visual o incluso oyeron el rumor están aún bajo observación médica.

miércoles, 28 de julio de 2010

La última cuenta



Con el corazón roto y el bolsillo desgarrado me recliné en la silla del lujoso restaurante, miraba de nuevo la factura y no podía entender lo que había sucedido, perplejo y obnubilado intentaba descubrir de qué modo la cuenta había llegado a esa cifra, resignado y sin derecho a debate miro hacia los lados buscando ayuda sin recibirla. Sintiéndome aún como un despojo de ser humano miro a otro costado y descubro un hecho que inunda de profunda alegría mi corazón, la alegría característica de un sujeto que ha descubierto que alguien puede ser más miserable.
Ahí a tan solo 2 metros se encontraba un hombre de unos 52 años de edad, caucásico, de modesto vestir, rodeado de unas 15 personas agrupadas en unas 5 mesas distintas. Todos comían como ferozas hienas salvajes en el último día antes del apocalipsis, el festín chispeaba a quienes estábamos a su lado y la alegría que los embriagaba contagiaba a cualquiera a su alrededor, a todos menos a uno, ese tímido hombre de nervioso semblante ubicado en el extremo de la quinta mesa; frente a el se encontraba aún intacto un jugoso lomito bañado en una salsa de hongos que seducía al comensal más lleno.
15 minutos antes cuando aún los salvajes disimulaban su naturaleza, una joven dama levantaba una copa de fino champagne para ofrecer unas palabras a quienes le acompañaban, especialmente a sus familiares, estos que le habían apoyado durante años hasta hoy el día de su graduación. Su padre, el hombre de la quinta mesa, se mostraba radiante, alegre y orgulloso de tan importante logro. Luego de secundar a su hija con un inspirador discurso profierió las palabras que sellaron su desgracia: "Como hoy vinimos a celebrar cada quien pida lo que guste". Justo antes de finalizar sus palabras pude ver como sus ojos se abrieron como quien oye venir una avalancha a lo lejos, una forzada sonrisa terminó su discurso y se sentó lentamente esperando que nadie le hubiese oído.
A la llegada del mesonero cada uno de los familiares, amigos y colados comienzan a disparar pedidos uno tras otro y sin clemencia alguna, elaborados platos y contornos, entradas y salidas, vinos y pasapalos, todo esto a la par que la presión sanguínea de la víctima comenzaba a subir de modo visible, las orejas rojas y la sudoración lo delataron pero no fue hasta que una ligera lágrima comenzó a correr que verdaderamente entendí el impacto emocional de lo que estaba sucediendo.
La llegada de los primeros platos fueron una delicia para mi, pude detallar como aquel hombre de mirada perdida iba haciendo cálculos con cada mordisco de cada uno de sus acompañantes, se le podía ver mover rápidamente los labios y tocarse los dedos continuamente, el lo sabía, los números le habían fallado, nunca antes había querido tanto que su hija hubiese reprobado la tesis.
La familia entera comía sin distracción alguna, mientras el hombre lloraba inconsolable nadie aún lo había notado, todos enfocaban sus energía en acabar su plato y evitar que alguien robase algún trozo de pan de la mesa. Fue allí en ese particular momento en el que lo peor sucedió, ni siquiera yo pude preveerlo, el hombre tomó el menú y volvió a mirarlo, allí, abajo en la última linea de la última página y leyó:"nuestros precios no incluyen I.V.A. ni 10% de servicio", un sangrado nasal evidenció el colapso de aquella pobre e infeliz criatura que se desplomó de su silla cayendo al suelo.
Yo, asombrado miro a mi alrededor y descubro que nadie nota la ausencia del pobre hombre que yace en el piso con un posible infarto cerebral. 10 minutos después la situación continua igual, los familiares ya alcanzaron el postre y los mesoneros no detienen su marcha. Alarmado, camino hacia el cuerpo de quien ya creo debe haber fallecido, coloco mi cara junto a su cara y pregunto: "Amigo se encuentra bien", este responde sollozando: "¿será que si me hago el muerto no me cobren?"