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"Provocador, inteligente, agudo, sensible ante la realidad humana; el autor del blog, definitivamente carece de estos atributos." Tiburcio Romero.
domingo, 19 de junio de 2011
Calor
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domingo, 1 de mayo de 2011
La fila de espera
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El calor me abruma, los rayos calientes del sol penetran lentamente en mi cuello mientras los signos de humedad debajo de mis axilas delatan que mi cuerpo tiene cada vez más problemas para mantenerse en pie. Miro hacia adelante y veo aún una inmensa fila de personas aguardando, todos con caras largas y cuerpos descompuestos, resignados al lento andar de una interminable fila de penas. Un sujeto de apariencia misteriosa se acerca a mí y me susurra: ¿Queréis pasar rápido? Una epifanía golpea mi cabeza y allí mismo descubro cómo, por qué y para quién funciona una cola.
Para entender una cola de modo integral necesariamente se debe estar fuera de ella, pues una de sus más interesantes características es que los efectos de aguardar largos períodos de tiempo en ellas, van sedando a la víctima hasta colocarlo en el state of mind deseado por el victimario, caracterizado por la indefensión y la resignación a un sistema inmodificable, el sistema de la paga o la espera.
El primer elemento de una cola es la gente, toda fila está compuesta por personas; para ello el bien o servicio que se persigue debe representar una marcada necesidad o deseo que justifique por una parte una gran concurrencia y por otra que cada una de las víctimas esté dispuesta a someterse a largos tiempos de espera. Una cédula, una compra de alimentos, un crédito, una votación presidencial, una entrada a una discoteca, etc.
En los casos más simples, la demanda sobre este bien o servicio debe ser igual o mayor a la capacidad de oferta, sin embargo en las situaciones más perversas la demanda no es suficientemente alta como para justificar una prolongada espera y se diseñan detalladamente complejos procesos que generan altos niveles de ineficiencia: transcripciones manuales, retrabajos, horarios reducidos, errores voluntarios, etc.
Existen dos clases de negocios derivados de la espera, el principal y los conexos. El principal se basa en la vía de escape, el soborno, o como se le llama en las colas la “colaboración”, este es fundamental para el mantenimiento adecuado de la tramoya y a fin de cuentas es el objetivo último de su existencia. Una de las cosas que más me llama la atención es la metodología para la fijación de su precio. Si todos pudiesen pagarlo, sencillamente no habría fila y no sería necesario pagar un soborno, es por esto que debe ser lo suficientemente costoso como para que la mayoría de las personas no puedan costearlo y esto asegure que se mantendrá una cola de grandes dimensiones, sin embargo, el precio debe ser accesible para un pequeño grupo, de este grupo se alimentará el sistema (Gestores, empleados, vigilantes y demás personajes de la obra).
Aquellos que carecen de condiciones económicas para optar por la vía de escape alimentan los negocios conexos: vendedores de agua, cepillados, helados, refrescos, gorras y demás productos que suavicen la tortuosa agonía.
El state of mind de la cola ayuda a que quienes no pagan el soborno sustituyan su rabia hacia los gestores y coleados por un profundo sentimiento de frustración y vergüenza que deriva de no tener ellos los recursos necesarios para pagar una colaboración. Por otro lado quienes pagan el soborno no deben sentirse moralmente contrariados pues esto disminuiría drásticamente el número de clientes, el sentimiento de culpabilidad debe ser modificado por los gestores para instaurarse una suerte de vendetta entre el cliente y aquello que lo mantiene esclavizado a una injusta espera. Para ello los “servicios de gestoría” se presentan como un modo de vencer al “verdadero culpable” (el sistema, las políticas, el gobierno, etc.)
La víctima no debe descubrir el impacto de su accionar, debe pensar que una pequeña colaboración es muy distinta a un gran soborno, que su decisión no afecta al deterioro de las instituciones ni enlentece aún más la fila, que un país no se construye a partir de pequeños actos. Preguntas como “¿qué diferencia va a hacer que tú hagas la cola? ¿Por qué tú que tienes el dinero no le das tu puesto en la cola a alguien que no los tiene? Pretenden confundir a la acalorada víctima para desenfocarla de los aspectos negativos del soborno.
Creo que lo más interesante es que ni siquiera los gestores y sus cómplices conocen el alcance de los efectos de tan perverso sistema en un país. Quizá por el calor o por lo cotidiano de sus prácticas, pareciera que estos se han terminado creyendo la verdadera solución de la cola y que nosotros hubiésemos decidido que no existe otra opción.
sábado, 9 de abril de 2011
El verdadero acuerdo Santos-Chávez
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domingo, 2 de enero de 2011
CADIVI for Dummies
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A partir del 2011 los viajeros venezolanos podrán contar con una nueva guía práctica para la obtención de cupos CADIVI, así lo anunció Manuel Sánchez, comerciante informal y distribuidor a nivel nacional del novedoso texto.
El instructivo "Para tontos" contará con más de 50 tips entre los que resaltan:
- Cómo armar tu carpeta.
- Cómo manejar los primeros 3 rechazos de tus carpetas.
- Cómo encontrar información útil en el website de CADIVI (Si, es posible)
Los creadores de CADIVI for dummies, resaltan que pese a la necesidad de esta iniciativa y a la rápida acogida por parte de los venezolanos el período de vigencia del manual será de un máximo de 48 horas, tiempo estimado en que CADIVI modifica nuevamente todas las normativas para realizar los trámites para la obtención de divisas, por lo que desde ya se maneja la posibilidad del lanzamiento de una versión digital del libro con actualizaciones a tiempo real, a fin de que los usuarios puedan luchar contra el aparato burocrático con mayor efectividad.
sábado, 31 de julio de 2010
Derrame en instalaciones de PDVAL
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Durante la mañana de hoy se reportó un derrame accidental de 12 politos de margarina sin sal en las instalaciones de PDVAL en fuerte Mara, Estado Zulia. El hecho fue advertido luego de que los habitantes de la zona percibieran un fétido olor proveniente del galpón de almacenamiento PDVAL acompañado de una extraña neblina amarillenta que según manifiestan los testigos "se impregnaba en la ropa y producía en quienes la aspiraban un fuerte llanto", las autoridades militares aún no logran determinar si el llanto es producido por los elementos en descomposición en la margarina o por el sentimiento de impotencia que experimenta un venezolano ante el pésimo manejo de los alimentos por parte del gobierno.
El organismo castrense controló el caso con la seriedad que lo amerita clausurando el tráfico en toda la zona afectada; aunado a esto, todo el personal que tuvo contacto con la margarina fue puesto en cuarentena en el hospital militar de Maracaibo, mientras que aquellos que solo hicieron contacto visual o incluso oyeron el rumor están aún bajo observación médica.
miércoles, 28 de julio de 2010
La última cuenta
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Con el corazón roto y el bolsillo desgarrado me recliné en la silla del lujoso restaurante, miraba de nuevo la factura y no podía entender lo que había sucedido, perplejo y obnubilado intentaba descubrir de qué modo la cuenta había llegado a esa cifra, resignado y sin derecho a debate miro hacia los lados buscando ayuda sin recibirla. Sintiéndome aún como un despojo de ser humano miro a otro costado y descubro un hecho que inunda de profunda alegría mi corazón, la alegría característica de un sujeto que ha descubierto que alguien puede ser más miserable.
Ahí a tan solo 2 metros se encontraba un hombre de unos 52 años de edad, caucásico, de modesto vestir, rodeado de unas 15 personas agrupadas en unas 5 mesas distintas. Todos comían como ferozas hienas salvajes en el último día antes del apocalipsis, el festín chispeaba a quienes estábamos a su lado y la alegría que los embriagaba contagiaba a cualquiera a su alrededor, a todos menos a uno, ese tímido hombre de nervioso semblante ubicado en el extremo de la quinta mesa; frente a el se encontraba aún intacto un jugoso lomito bañado en una salsa de hongos que seducía al comensal más lleno.
15 minutos antes cuando aún los salvajes disimulaban su naturaleza, una joven dama levantaba una copa de fino champagne para ofrecer unas palabras a quienes le acompañaban, especialmente a sus familiares, estos que le habían apoyado durante años hasta hoy el día de su graduación. Su padre, el hombre de la quinta mesa, se mostraba radiante, alegre y orgulloso de tan importante logro. Luego de secundar a su hija con un inspirador discurso profierió las palabras que sellaron su desgracia: "Como hoy vinimos a celebrar cada quien pida lo que guste". Justo antes de finalizar sus palabras pude ver como sus ojos se abrieron como quien oye venir una avalancha a lo lejos, una forzada sonrisa terminó su discurso y se sentó lentamente esperando que nadie le hubiese oído.
A la llegada del mesonero cada uno de los familiares, amigos y colados comienzan a disparar pedidos uno tras otro y sin clemencia alguna, elaborados platos y contornos, entradas y salidas, vinos y pasapalos, todo esto a la par que la presión sanguínea de la víctima comenzaba a subir de modo visible, las orejas rojas y la sudoración lo delataron pero no fue hasta que una ligera lágrima comenzó a correr que verdaderamente entendí el impacto emocional de lo que estaba sucediendo.
La llegada de los primeros platos fueron una delicia para mi, pude detallar como aquel hombre de mirada perdida iba haciendo cálculos con cada mordisco de cada uno de sus acompañantes, se le podía ver mover rápidamente los labios y tocarse los dedos continuamente, el lo sabía, los números le habían fallado, nunca antes había querido tanto que su hija hubiese reprobado la tesis.
La familia entera comía sin distracción alguna, mientras el hombre lloraba inconsolable nadie aún lo había notado, todos enfocaban sus energía en acabar su plato y evitar que alguien robase algún trozo de pan de la mesa. Fue allí en ese particular momento en el que lo peor sucedió, ni siquiera yo pude preveerlo, el hombre tomó el menú y volvió a mirarlo, allí, abajo en la última linea de la última página y leyó:"nuestros precios no incluyen I.V.A. ni 10% de servicio", un sangrado nasal evidenció el colapso de aquella pobre e infeliz criatura que se desplomó de su silla cayendo al suelo.
Yo, asombrado miro a mi alrededor y descubro que nadie nota la ausencia del pobre hombre que yace en el piso con un posible infarto cerebral. 10 minutos después la situación continua igual, los familiares ya alcanzaron el postre y los mesoneros no detienen su marcha. Alarmado, camino hacia el cuerpo de quien ya creo debe haber fallecido, coloco mi cara junto a su cara y pregunto: "Amigo se encuentra bien", este responde sollozando: "¿será que si me hago el muerto no me cobren?"