viernes, 26 de marzo de 2010

Miedo


Miro la puerta, tomo un poco de aire y decido salir, con sigilo coloco un pie en la acera, cierro la puerta sin dar completamente la espalda y empuño mi llavero cerrando la mano y dejando fuera la llave más punzante, escaneo con mi mirada toda la cuadra y e inicio mi travesía. Comienzo a contar los pasos y cada veinte volteo hacía atrás para detectar si estoy siendo seguido; al final de la cuadra dos hombres caminan hacia mí por la misma acera, mi mirada recorre como un ritual primero sus caras, luego sus manos y por ultimo sus cintura en busca de armas, siguen caminando, la mano de uno está dentro de su bolsillo, en mi mente repaso repetidamente donde se encuentran cada una de mis pertenecías: “el blackberry en la media del pie derecho, la cartera está en el interior, el celular señuelo en mi bolsillo delantero izquierdo, un momento ¿dónde está mi cartera señuelo? “Uffff, bolsillo trasero derecho”, pienso “dios, olvide meter plata en la cartera falsa”, “si estos me atracan y abren la cartera me pegan dos tiros, tres si tratan de prender el pote que tiene más de 3 años cogiendo polvo”, repaso por última vez la estrategia esperando que se asome un revolver: bajar la cabeza y decir: “chamo aquí está la cartera y el celular” mientras levanto las manos lentamente, la idea es salir del atraco en cuatro segundos sin darles tiempo para que revisen nada; los dos hombres están cada vez más cerca, mi frecuencia cardiaca se eleva y mis manos comienzan a sudar, pienso: “¿ y si no están armados? ¿Y si me quieren atracar diciéndome: dame todo o te caemos a coñazos”? aprieto ambos puños sosteniendo aún la afilada llave y de mi boca se escapa en un tono casi imperceptible: “pues aquí nos mataremos desgraciaos” , rápidamente aprieto los dientes y pego la lengua al paladar para evitar cortármela en dos cuando comience la lucha; sigo caminando y pienso: ”´¿y si cargan un cuchillo?”, repaso una nueva estrategia para acabar con los dos “le lanzo la llave a uno en la cara mientras le arrebato el cuchillo al otro, una vez apoderado del arma apuntar siempre al cuello”, repaso en mi mente tres locaciones seguras donde esconderme luego de el doble asesinato. Los hombres se encuentran ya a cinco metros de distancia, siento a lo largo de la espalada un brochazo de vaporu y como dos mil agujas punzando mi cuerpo al mismo tiempo, cuatro metros, los miro a los ojos buscando la primera señal de agresión, tres metros, hacemos contacto visual, dos metros, miro sus manos nuevamente, un metro, mi sistema nervioso está invadido de adrenalina y siento que estoy a penas puedo contenerme… ambos pasan por un lado, no puedo creerlo, volteo mirando con el rabillo del ojo derecho para ver que no me vayan a atacar por la espalda, apresurando la marcha con la alegría de haberme salvado en la primera cuadra, sonrío plenamente y mi corazón comienza a latir con normalidad, solo faltan 8 cuadras más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario