En el pasado fin de semana, la Fundación “Vente
pa’ acá” dio formal inicio al nuevo Programa de Reubicación de Salta Talanqueras
(PRST). Su presidente, Arturo Ochoa, explica que la novedosa iniciativa ha
tenido como inspiración el famoso programa de reubicación de testigos, y que puede
cambiar de modo significativo la correlación de fuerzas en el escenario
político venezolano.
Según destaca, el programa va orientado a todos
aquellos venezolanos que históricamente han apoyado al oficialismo, pero que en
el fondo han descubierto que esto ha resultado ser un gravísimo error. “Muchos
de ellos quieren dar el paso para convertirse en opositores pero debido a la
mamazón de gallo a la que serían expuestos si cambian sus posturas políticas de
la noche a la mañana, prefieren hundirse con el barco” aseguró Ochoa.
Desde hace poco más de un año, “Vente pa’ acá”
ha creado un fondo con aporte de capital privado, que permitirá la reubicación
y protección de estos venezolanos, quienes podrán gozar de una nueva identidad,
un nuevo círculo de amistades y serán reubicados en un rincón lejano de su
residencia primaria. Los participantes incluso recibirán viejos carnets de
Acción democrática o COPEI según su preferencia, se establecerán registros
fotográficos trucados de su participación en guarimbas durante el paro
petrolero y el cierre de RCTV, cambiarán sus juegos de ollas por unas
totalmente amelladas por golpes de cuchara y se les hará entrega de un
compendio de “historias de escuálidos” para sazonar cualquier conversación
entre amigos opositores.
Una fuente anónima, a quien llamaremos Sr. Rojo, narró cómo luego
del “salto” su vida ha cambiado drásticamente, recuerda todas las noches sin
luz en las que debía tragar las mil maldiciones que deseaba proferir en nombre
del presidente, únicamente porque no aguantaría el reproche de toda su familia
escuálida, pero lo que refiere con mayor dolor es el penoso momento en el que tuvo
que sustituir el papel sanitario por las servilletas, y cuando comenzaron a
escasear también las servilletas y recurrió a las medias viejas; según
manifiesta, en todo momento supo que esa situación estaba mal, pero para no ser
humillado por su familia de su boca solo salía la frase “Pero tenemos patria”, luciendo
como un incomprendido, pero jamás como un cobarde arrepentido. El Sr. Rojo hoy vive en Maturín y dirige con
orgullo un grupo opositor radical. Para enterrar su pasado y despejar cualquier
duda acerca de su orientación política, utiliza en el antebrazo un tatuaje con
la cara de Lusinchi y ha recibido la identidad de un viejo ex PDVSA viudo cuya
esposa fue asesinada en la plaza Altamira durante una marcha. Resulta curioso
cómo ha logrado interpretar de modo tan magistral a su personaje, que hoy en día
muestra signos de estrés postraumático ante la presencia de cualquier trapo de
color rojo y con solo tocar el tema de su esposa es suficiente para quebrantar
su voz y aflojar algunas lágrimas.
Arturo Ochoa nos explica que los miles de
venezolanos que ya se han apuntado para su reubicación dejaron de ser
oficialistas hace rato, pero han decidido engañarse para no torturarse
internamente, “sencillamente prefieren hacerse daño ellos mismos antes que otro
venga a darles una buena revolcada moral por salta talanqueras” indicó el
Presidente de la fundación. El Sr. Rojo agrega que este programa ha logrado lo
que ningún político opositor logró y siempre fue piedra angular de la
resistencia al cambio por parte del bloque oficialista, suprimir el tema del orgullo
y la vergüenza de los defraudados, esos siempre fueron los impedimentos para el
progreso nacional, ahora los saltos de talanquera no se harán esperar, indicó
el extraño personaje mientras sostenía en sus manos el viejo retrato de su
esposa y rompía a llorar.