Hace una semana perdí mi carro gracias a la delincuencia y
hoy quiero hacer pública una carta dirigida a la persona que lo robó.
No conozco tu nombre, aunque quizá tú si conozcas el mío. Probablemente
no imagines la inmensa cantidad de problemas que me trajiste con un simple
acto. Pero me he dedicado a pensar por algunos instantes, en todas las dificultades
que tú has tenido que enfrentar, y mirándolo en perspectiva, creo que mi país ha obrado tan mal contigo como tú lo
has hecho conmigo.
Quiero que sepas que has hecho mal pero que te perdono. Sé
que probablemente eres un joven como yo, pero nunca tuviste las mismas
oportunidades que he tenido; pertenezco a un minúsculo grupo de personas que
come todos los días, tiene un lugar donde vivir, un empleo estable, una
educación de calidad y una familia amorosa. Es muy probable que tus padres, al
igual que otras dos millones de familias, no tuvieran una casa donde resguardarte.
Quizá, al igual que 4 de cada 10 jóvenes, abandonaste la escuela antes de
llegar a secundaria, bien sea porque no logramos brindarte las condiciones
necesarias para que estudiaras, o porque te viste forzado a trabajar desde
temprana edad, y aun así notaste que no podías ayudar a sostener los gastos en
tu hogar.
Te perdono porque quizá el estado no te dio atención de
calidad a ti y a tu familia, no, no me refiero a una pensión para tu madre,
sino a un sistema integral que les permitiera salir de la pobreza y no vivir
estancados en ella dependiendo del gobierno de turno.
Te perdono porque no te brindamos espacios suficientes para
el deporte y la cultura; sé que te hubiesen rescatado de la delincuencia durante
la adolescencia, y quizá hoy tendrías una pelota de spalding en las manos para jugar al beisbol y no una piedra para
romper vidrios.
Te perdono porque la primera vez que cometiste un delito,
nuestro sistema de justicia no te frenó y te mostró las graves consecuencias
que ello acarrearía.
Te perdono porque sé que si te apresaron en algún momento,
no tuviste oportunidad de formarte, educarte y salir adelante en un sistema penitenciario
justo, transparente y humano. Sé que si estuviste preso, viviste un infierno y
conociste en carne propia la peor cara de nuestro país. Sé que sientes que te
dimos la espalda, y es cierto.
Hoy eres un ser humano lleno de mucho rencor, y en nombre de todo mi
país te pido disculpas. Sé que te fallamos y espero me perdones. Pero créeme
que este 7 de Octubre, no te volveremos a fallar. Este 7 de Octubre vamos a
conquistar los derechos tuyos, míos y los de tus hijos. Este 7 de Octubre
ganará el deporte, la educación, la salud, el empleo, la justicia, la igualdad;
y a partir de Enero se viene un país que no te dará la espalda sino que te
extenderá la mano sonriendo.
Quiero que sepas que a partir de hoy, dejo esto en el pasado
y miro hacia el futuro, porque sé que se
viene para todos La Mejor Venezuela.
¡Feliz tarde muchacho!
Tomás Quintero.